Sunday, March 13, 2011

Una bolsa de plástico


Echo de menos una bolsa de plástico. Echo de menos esa parte de mí que ha quedado atrás, esa parte que andaba por la calle y se quedaba mirando a la nada. Quizás han ido acumulándose cosas, pero no sé... Antes había algo más.

Antes pensaba sobre muchas cosas, y ninguna de ellas tenía la más mínima importancia. Pero todas juntas eran como un corazón latiendo, al ritmo del viento. Todo tenía belleza a su manera. El cielo y las nubes grises, el olor de la lluvia y el frío. Antes el frío no era frío. Era cálido. Contemplaba el cielo y sentía que era como mirar al mar. Como mirarme a mí mismo, reflejado.

Paseaba por Sevilla sin ninguna razón. Cogía el autobús, absorto completamente. Después comenzaba a caminar. Me paraba en la Plaza Nueva. Me paraba en las calles. La gente pasaba de largo y nadie tenía nombre. Nadie necesitaba nada. Nadie tenía una historia. Todas las historias se hacían una porque ninguna tenía una historia. Ninguna contaba nada. Todas sonaban al unísono, junto al viento. Y yo estaba solo, sin más preocupación. No había nada que me levantara del suelo. No había nada que me atara al suelo. Sólo caminaba. Contaba historias en mi cabeza, pero ninguna tenía palabras.

Echo de menos pararme a contemplar el mundo. Había algo más, más allá de los ojos. Escuchaba y entendía. Contemplaba. Comprendía. Olvidaba. Recordaba. Sentía. Lo más bonito de todo es que no hay recuerdos concretos. Todo son imágenes en mi cabeza. Un cielo gris y un viento frío.
Echo de menos no tener que recordarlo. Lo que es estar parado junto al mundo. Todo girando y girando. Sonriendo. Comprendiendo. Hablándole. Hablándole a Dios. Hablándole a la Nada.

Las campanas en mi cabeza. Los violines. El piano. La música. La letra. La canción. La belleza. La vida. La sonrisa. La Esperanza. La seguridad. Estoy tranquilo. La vida sigue. Y ahora mismo estoy sonriendo, mientras escribo esto porque es como si algo dentro de mí me hubiese agarrado la mano, el corazón, y me hubiese dado un abrazo para decirme la belleza sigue. La belleza no se marchita. Dios sigue hablando. El viento sigue soplando. El gris continúa en el cielo. El sol sale y tú comprendes que mañana seguirás. Ahora estoy triste y preocupado. Dios sigue hablando, pero nadie escucha. No escucho. No hablo. No hay nada. No hay momentos para esto. Todo se congela. Oculto y escondido. Las palabras fluyen. Hablo con nadie. Hay silencio. Y hay música.

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