Monday, March 07, 2011

Mis tesoros



Bueno, ¿cuántas frases típicas hemos oído y hemos dicho, sin pararnos a pensar en si nos las tragamos? Hoy voy con una clásica: La intención es lo que cuenta.
Esa frase se oye mucho, entre otras cosas, con los regalos. Que no importa el dinero que inviertas, o si has acertado o no. Que lo que cuenta es el amor que le has puesto, las ganas de ver contenta a la otra persona.

Otras muchas veces solo es una excusa. ¿Recuerdas acaso la última vez que esa frase tuvo sentido para ti?

En mi último día de prácticas empecé la primera hora con una clase de 2º. Y se me acercó una niña con una tarjeta, para después decirme "He estado casi toda la noche coloreando". Cuando crees que semejante gesto no puede dejarte el corazón más vulnerable, otra niña, al ver que recibía un regalo, va corriendo a su mochila y decide improvisar el suyo; algo que sé que es muy valioso para ellos: una colección de gomillas. Gomillas de esas que tienen formas (de estrella, de animalitos, etc). Y me las entrega. No sé si fue el gesto o la cara de ilusión que tenía cuando me las dio. Pero fuese lo que fuese, esas gomillas dejaron de ser simples gomillas.

No solo estaba emocionado por los gestos. Estaba emocionado porque un profesor de especialidad (música en mi caso) nunca recibe semejantes detalles. Estas cosas suelen quedar reservadas a los tutores en prácticas, que se pasan un mes con una misma clase. Así que, sintiéndome muy afortunado seguí con mi mañana. Me quedé un rato en el recreo en una clase de 5º porque no habían terminado el examen, y entonces apareció un pequeño grupo de una clase de 3º. Después me comunicaron otros profesores que me habían estado buscando todo el recreo. Todo para entregarme una nota firmada por toda su clase deseándome suerte y con un detalle extra que les había enseñado solo unos días antes (leer una frase de Muchachada Nui en una tarjeta de despedida infantil, sencillamente, no tiene precio).

Y cuando estoy disfrutando de mi último recreo (o bueno, de sus últimos 10 minutos) una alumna me entrega una última carta con una única frase.

Todos esos regalos no suman más que un puñado de céntimos en valor de dinero. Pero los tengo ahí, guardados. Como si fuesen tesoros. Bueno, sin el como. Mis pequeños tesoros. Con más valor que todas las riquezas del mundo.

Claro que estos son los tesoros que puedo guardar en una caja. Los materiales. Porque tengo otros que son mucho, mucho más valiosos. Y es que Jesús suele acertar tras tantos años de enseñanza: "Esta es tu recompensa tras el duro trabajo: El cariño de los niños".
Lo que cuenta es la intención, dicen. Desde entregar una colección de gomillas hasta despedirse con la mano a lo lejos.

Desde las miradas extrañadas del primer día hasta las lágrimas del último. Todos vosotros, y todo lo que me llevo vuestro, son mis tesoros. Gracias, pequeñines.



La enseñanza engancha porque no se halla ni premio ni recompensa inmediata. Porque uno cree que está ayudando a otros a que encuentren su camino, a que elijan lo que les gusta y lo que no; a que se conozcan mejor y a través de ti conozcan otros mundos, otras maneras de ver la vida o de expresarse ellos mismos; a que sean libres y a que vengan de donde vengan puedan ser lo que quieran. No puede uno pararse a pensar en que crecerán.

- Margarita

2 comments:

Eme said...

1. esos niños son tan monos que creo que voy a vomitar un arcoiris

2. margarita, paradigma de la sabiduria

3. oih que bonito :)

Laguna said...

Qué lindo... No lo había visto así.