No siempre se tienen respuestas fáciles para todo. De hecho, la única diferencia en la mayoría de los casos entre una respuesta fácil y una difícil es lo que necesitamos en ese momento. Pero la peor parte viene cuando la respuesta fácil es la más difícil de asumir.
Por ejemplo, me llama mucho la atención mi manera de cantar últimamente. Se han utilizado términos como "una voz muy particular" o un "no cantas mal" e incluso ha sonado un "cantas bien". Sea verdad o no, con el tiempo y la práctica llegó a gustarme como lo hacía. Bien o no, da igual, sencillamente me sentía a gusto con una acústica y cantando. Qué demonios, he llegado a hacer eso mismo en conciertos con público y nunca tuve ningún problema.
Pero últimamente no puedo verme a mí mismo como cantante. Decir que a nadie le gusta oírse a sí mismo es más antiguo que andar palante, pero en mi caso trato de ser lo más objetivo posible y no consigo muy buenos resultados con mi autoestima. Por eso estoy llegando a unas alturas en las que ya no sé si no me gusta como canto porque me estoy volviendo malo o porque no quiero seguir con estas fantasías de adolescentes por miedo o inseguridad y encuentro la excusa para abandonar asumiendo que soy malo. Es muy parecido a esas relaciones en las que te niegas a ti mismo admitir que no quieres continuarlas y optas por sabotearlas poco a poco esperando a que se caigan por su propio peso y a ser posible por parte de la otra persona.
Como otros aspectos de mi vida, el escenario, la guitarra eléctrica y el micrófono frente a un público ha estado formando parte de mis sueños y fantasías y me he acostumbrado tanto que me he acomodado. Es muy fácil fantasear porque ahí todo es perfecto y encaja, al contrario que con la realidad que tiene todos esos riesgos de fracaso o decepción. Entonces es cuando hacemos oídos sordos de las motivaciones de "quien no arriesga no gana" y te ocultas con las excusas que hagan falta, llegando a creerte algunas como por ejemplo que cantas mal. Y te lo crees tanto que ya no sabes si está en tu cabeza o si realmente cantas así de mal.
Como cuando alguien te da un golpe al corazón y para no llorar sonríes contento de haber aprendido una nueva lección, me recuesto riéndome de nuestra manía de escondernos. Algunos se esconden en sentimientos antiguos cuando alguien no ha cumplido sus expectativas, y otros nos escondemos en fantasías cuando nos damos cuenta de que nunca seremos como esos modelos a imitar.
Desgraciadamente la gente de tu alrededor no se detendrá. Es intimidante. Y claro, eso consigue que te escondas más todavía. O quizás solo sea una excusa más.
Dicen que es duro darte cuenta de quién eres realmente. Tal vez no lo sea. Tal vez, al ser precisamente nuestra propia naturaleza lo convierta en la respuesta más fácil. Quizás el problema esté en que es más difícil de asumir que una fantasía.
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