Monday, May 18, 2009

fuerza y valor


El viento susurra palabras de esperanza.

Y son palabras que el viento se lleva.



Hay personas hechas de valor.

Hay personas hechas de fuerza.

Hay personas que saben enfrentarse a ese peligro

para proteger a quienes quiere, o aquello que le importa.

Pero yo soy débil y cobarde.

Yo no sé enfrentarme a ese peligro.

Yo no tengo esa fuerza para vencer a mis enemigos.

Ni tengo el valor de encarar lo que me duele.

No sé pelear, aunque creo que lo he intentado.

Puede que mis puños no sean de acero.

Y mis piernas no sean espadas.



Pero esa no es mi fuerza.

Ni mi valor.

Ni mis peleas son con puños.

Mis golpes no son con piernas.

Ni mis peligros son enemigos de carne y hueso.



Dios sabe

y tú también

que mi corazón se ha enfrentado a cargas peores

que tener que partirle la cara a nadie.

Que me he enfrentado a batallas

en las que no me ayudaría ningún entrenamiento físico.

En las que los músculos

ni la técnica

podrían darme ningún apoyo.


Alber Einstein dijo

que hay una fuerza motriz

mucho mayor que el vapor

la electricidad

y la energía atómica:

la voluntad.




Y aunque cualquiera que me conozca

sabe que esa no es mi mayor virtud

yo sé lo que la voluntad me ha hecho hacer.


Soy lo que soy

por esa voluntad.

Y aunque a veces

solo desearía llorar




Sé que hay algo ahí que me ayuda a seguir adelante. Incluso cuando la voluntad me falla. Incluso cuando abandono todo lo que me propongo. Incluso ahí. Incluso cuando no sigo adelante, hay una melodía de piano que me hace darme cuenta.
Despierto confuso y distraído. Y me doy cuenta de que nunca había dormido. Solo estaba siendo idiota. Y me falta la voluntad para no rendirme.

Y me rindo.

Y todo falla.

Y me quedo parado ante el mar. Mientras el mundo gira.

¿Por qué sigo aquí, entonces?





Porque la batalla no ha terminado.

3 comments:

Cath Von T said...

Para volver a coger el timón, para reencontrar aquella fuerza de voluntad, y girar tú más rápido.


Un beso! Y gracias por visitarme, en serio =)

Anonymous said...

Traicionar lo que somos a veces no está mal...

Eme said...

Alguien cuyo nombre quizás nunca llegue a conocer dijo una vez:

[Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir. Los valientes ni se enteran de su muerte]

No se trata de que se acabe el camino, de que pierdas la oportunidad, de que te quedes sin fuerzas, de que estés condenado al fracaso, o de que pierdas la esperanza. Lo importante es no enterarse nunca cuando eso pasa, y levantarse todos los días pensando que aún se tienen fuerzas, que siempre existe una esperanza débil pero autética, aunque no exista. Porque entonces, aunque sea por pesao, la vida te acaba recompensando.