Y son palabras que el viento se lleva.
Hay personas hechas de valor.
Hay personas hechas de fuerza.
Hay personas que saben enfrentarse a ese peligro
para proteger a quienes quiere, o aquello que le importa.
Pero yo soy débil y cobarde.
Yo no sé enfrentarme a ese peligro.
Yo no tengo esa fuerza para vencer a mis enemigos.
Ni tengo el valor de encarar lo que me duele.
No sé pelear, aunque creo que lo he intentado.
Puede que mis puños no sean de acero.
Y mis piernas no sean espadas.
Pero esa no es mi fuerza.
Ni mi valor.
Ni mis peleas son con puños.
Mis golpes no son con piernas.
Ni mis peligros son enemigos de carne y hueso.
y tú también
que mi corazón se ha enfrentado a cargas peores
que tener que partirle la cara a nadie.
Que me he enfrentado a batallas
en las que no me ayudaría ningún entrenamiento físico.
En las que los músculos
ni la técnica
podrían darme ningún apoyo.
Alber Einstein dijo
que hay una fuerza motriz
mucho mayor que el vapor
la electricidad
y la energía atómica:
la voluntad.
Y aunque cualquiera que me conozca
sabe que esa no es mi mayor virtud
yo sé lo que la voluntad me ha hecho hacer.
Soy lo que soy
por esa voluntad.
Y aunque a veces
solo desearía llorar
Despierto confuso y distraído. Y me doy cuenta de que nunca había dormido. Solo estaba siendo idiota. Y me falta la voluntad para no rendirme.
Y me rindo.
Y todo falla.
Y me quedo parado ante el mar. Mientras el mundo gira.
¿Por qué sigo aquí, entonces?