Friday, September 29, 2006

Duelo en el Infierno

Un hombre deseaba la inmortalidad, por lo que intentó capturar y retener a Muerte, la segunda hermana de los siete eternos: Destino, Muerte, Sueño, Desespero, Deseo, Delirio y Destrucción.
Algo salió mal, y Sueño fue capturado. En su ausencia, la gente perdió sus sueños, las noches se volvieron más oscuras. Pero ocurrió algo más. Sueño perdió un objeto muy valioso: su yelmo. El yelmo de Sueño, hecho con los huesos de un dios, es su objeto más preciado y poderoso, junto a las Arenas del Sueño.
Sí, su yelmo le fue arrebatado...
Sueño fue liberado, y volvió a su reino, donde todo era un caos. Pero él tenía un asunto importante. Tenía que recuperar lo que era suyo. Y las brujas de Macbeth le indicaron donde pordría encontrarlo: en el Infierno.

Sueño descendió hasta la puerta del Infierno para ser guiado por Etrigan, el demonio de Merlín. Éste le llevo hacia Dis, la ciudad del Infierno. Y en el centro, el palacio de Lucifer Estrella del Amanecer.
Sueño sintió miedo, pero siguió adelante. Aún tenía suficiente poder, y recuperaría lo que le pertenecía. Entonces, se presentó ante Lucifer.
Le dijo que su yelmo fue robado, por uno de sus demonios, y que lo quería de vuelta, ya. Lucifer le explicó que no era tan fácil, que las cosas habían cambiado desde la última vez que estuvo allí.
En el Infierno hubo una guerra civil, que lo dividió. Ahora, eran
tres los reyes infernales: Lucifer Estrella del Amanecer, Beelzebub Señor de las Moscas y Azazel. Sueño insistió. Quería su yelmo, y lo recuperaría.
Lucifer le dijo que si era capaz de decir cual de los demonios que habitan el Infierno se lo robó, lo recuperaría. Y fue llevado ante las vastas planadas del Infierno, donde estaban reunidos todos los demonios. Sueño contempló la oleada ilimitada de criaturas y se le preguntó una vez más, cual era el demonio que le robó. Reconoció a algunos de los demonios por las pesadillas, u otros de haber pasado por el Reino de los Sueños. Pero eran demasiados, y uno tenía su yelmo, la máscara del sueño puro.
Dejó caer las Arenas del Sueño, que inmediatamente se posaron sobre la cabeza de un demonio, al que Sueño señaló con el dedo y dijo aquel.
Choronzon, un duke del infierno al servicio de Beelzebub.

Sueño le exigió que le devolviera el yelmo, pero Choronzon se negó. Lo había conseguido de un mortal que se lo ofreció, no había quebrantado ninguna ley del Infierno. Si Sueño quería recuperar su yelmo, tendría que luchar por él.
No sabía si estaba lo bastante fuerte para enfrentarse al demonio. Aceptó.
El duelo comenzó, y Choronzon dio el primer movimiento:

Soy un lobo asesino.

A lo que Sueño respondió:


Soy un cazador a caballo, aniquilo al lobo.

Soy una mosca tse-tse, pico a tu caballo y caes de él.

Soy una araña devoradora de moscas.


Soy una serpiente de colmillos envenenados, devoradora de arañas.

Soy un búfalo, aplasto la cabeza de la serpiente.

Soy un anthrax, virus devorador de carne y vida.

Sueño se dio cuenta de la táctica del demonio y cambió de estrategia:

Soy un mundo flotando en el espacio, con todas sus formas de vida.

Soy una supernova explotando, destruyendo planetas.

Soy el universo, todas las cosas y vidas juntas.

Soy la anti-vida; la Bestia del Juicio; la Oscuridad tras el final de todo; el final de universos, dioses, mundos... de todo... ¿Y tú...? ¿Qué eres, Señor de los Sueños?

A los que Sueño contestó:


Soy esperanza.

Silenciosamente, Sueño abandonó el Infierno, con su yelmo.

Friday, September 22, 2006

El enigma de la Esfinge

Extracto sacado del libro Pirómides, de Terry Pratchett. Aviso que es una escena avanzada, que aunque no es reveladora, a los que no soporten que les cuenten escenas, que no lean. Aún así insisto, no es reveladora para el argumento. Disfrutad:

-Eres una esfinge -dijo Teppic.
-Soy la Esfinge -le corrigió la Esfinge
-Caray. En casa tenemos montones de estatuas tuyas. -Teppic alzó la mirada, se estremeció y siguió alzándola un poquito más-. Siempre te había imaginado más pequeña - añadió.
-Acurrúcate y tiembla, mortal -dijo la Esfinge-, pues te hallas en presencia de la más terrible saiduría que tu pobre mente puede concebir. -Parpadeó-. Y esas estatuas de las que hablas.. ¿Se me parecen?
-Oh, no te hacen justicia -dijo Teppic, y era sincero.
-¿De veras lo crees? Sí, casi siempre tienen problemas con la nariz -dijo la Esfinge-. Me han asegurado que mi mejor perfil es el derecho y...
La esfinge se dio cuenta de que se estaba desviando del tema y dejó escapar una tosecilla muy seca.
-No podrás seguir adelante a menos que respondas a mi acertijo, oh moral -dijo.
-¿Por qué? -preguntó Teppic.
-¿Qué?
La Esfinge puso cara de sorpresa y parpadeó. No la habían diseñado para aquel tipo de cosas. -¿Por qué? ¿Por qué? Pues porque... Eh... Porque... Espera un momento... sí, claro, porque si no respondes a mi acertijo, te arrancaré la cabeza de un mordisco, y me la comeré. Sí, me parece que es por eso.
-De acuerdo -dijo Teppic-. Bueno, pues entonces oigamos el acertijo.
La esfinge se aclaró la garganta con un estuendoso carraspeo casi idéntico al que produciría un camión vacío despeñándose por una cantera.
-¿Qué es lo que se mueve sobre cuatro piernas por la mañana, sobre dos al mediodía y sobre tres al anocehcer? -preguntó con un molesto tonillo de suficiencia.
Teppic meditó el acertijo.
-Es difícil, ¿eh? -dijo al fin.
-Es el más difícil de todos los acertijos que han existido y existirán -dijo la Esfinge.
-Hum.
-Nunca podrás dar con la respuesta.
-Ah -dijo Teppic.
-Oye, ¿te importaría ir quitándote la ropa mientras piensas? Me molesta mucho que se me queden hilos entre los dientes.
-¿No habrá alguna clase de animal al que le vuelven a crecer las piernas que ha...?
-Frío, frío y casi congelado -dijo la Esfinge empeazando a sacar las garras.
-Oh.
-No tienes ni la más mínima idea, ¿verdad?
-Sigo pensando -dijo Teppic.
-Nunca lo adivinarás.
-Tienes razón.
Teppic contempló las garras de la Esfinge. "No es un animal acostumbrado a combatir -se dijo intentando tranquilizarse-. Basta con mirarla para ver que está demasiado dotada... Además, aun suponiendo que tenga el cerebro suficiente para saber lo que se hace estoy seguro de que esos pechos deben estorbar muchísimo en un cuerpo a cuerpo."
-La respuesta es "El Hombre" -dijo la Esfinge-. Y ahora te ruego que no opongas resistencia, ¿de acuerdo? La agitación y el nerviosismo hacen que la sangre se sature de sustancias químicas que saben a rayos.
Teppic saltó hacia atrás con el teimpo justo de esquivar el zarpazo que pretendía partirle en dos.
-Espera, espera -dijo Teppic-. ¿Qué quieres decir con eso de "El Hombre"?
-Es muy sencillo -replicó la Esfinge-. El bebé gatea por la mañana, se sostiene sobre dos piernas al mediodía y al atardecer el anciano camina apoyándose en un bastón. Astuto, ¿verdad?
Teppic se mordió el labio inferior.
-Oye, ¿estás segura de que hablamos de un día? -preguntó con voz dubitativa.
El silencio que siguió a sus palabras resultó tan largo como embarazoso.
-Es un... ¿Cómo se llama eso? Ah, sí, una figura retórica -dijo al fin la Esfinge en un tono bastante irritado, y le lanzó otro zarpazo.
-No, no, espera un momento -dijo Teppic, después de esquivarlo-. Me gustareía que fuéramos lo más claros posible con respecto a este asunto, ¿de acuerdo? Quiero decir que... Bueno, es lo justo, ¿no te parece?
-Al acertijo no le pasa nada malo -dijo la Esfinge-. Es un acertijo condenadamente bueno, ¿entendido? Llevo usando ese acertijo desde hace cincuenta años y me ha funcionado tanto de esfinge como de cachorrita. -Pensó en lo que acababa de decir-. Perdón, de polluela -se corrigió.
-Oh, sí, es un acertijo magnífico -dijo Teppic intentando calmarla-. Es muy profundo y... eh... muy conmovedor. Toda la condición humana resumida en unas cuantas palabras. Pero tienes que admitir que todo eso que has dicho no le acurre a un individuo en un solo día, ¿verdad?
-Bueno... No -admitió la Esfinge-. Pero creo que resulta evidente con solo fijarse un poquito en el contexto, ¿verdad? Todos los acertijos contienen un elemento de analogía dramática -añadió.
A juzgar por su expresión había oído aquella frase hacía mucho tiempo y estaba claro que le había gustado, aunque no lo suficiente para impedirle utilizar como cena al que la había pronunciado.
-Sí, pero... -Teppic se acuclilló delante de la Esfinge y alisó una pequeña extensión de arena con la mano-. En fin, lo que yo me pregunto es si la metáfora posee consistencia interna o no. Supongamos que el promedio de vida es de setenta años, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -dijo la Esfinge en el tono inseguro de alguien que ha dejado entrar a un vendedor ambulante y empieza a contemplar y lamentar la perspectiva inexorable de un futuro en el que acabará suscribiendo un seguro de vida.
-De acuerdo. Bien, veamos... Así pues, el mediodía llegaría sobre los treinta y cinco años, ¿verdad? Bueno, si consideramos que casi todos los bebés dan sus primeros pasos al cumplir el año, la referencia a las cuatro paras me parece realmente muy poco adecuada, ¿no? Según tu analogía... -Hizo unos cuantos cálculos con un fémur que el destino había tenido la amabilidad de poner a su lado-. Si empezamos a contar partiendo de las cero horas ese hombre metafórico de tu acertijo solo pasaría unos diez minutos a cuatro patas... media hora como mucho. ¿Tengo razón o no tengo razón? Vamos, sé justa y admítelo.
-Bueno... -murmuró la Esfinge.
-Y si seguimos con los cálculos a las seis de la tarde no usarías un bastón porque solo tendrías... eh... cincuenta y dos años -dijo Teppic garabateando furiosamente en la arena-. De hecho, ni tan siquiera pensarías en ningún tipo de ayuda locomotríz hasta... gasta las nueve y media por lo menos. Eso suponiendo que toda la vida de ese hombre metafórico del que estamos hablandos se desarrollara en un dia, y creo que ya he dejado bien claro lo ridícula que resulta semejante presuposición. Lo siento. A primera vista todo parece estar bien, pero... Me temo que no funciona.
-Bueno -dijo la Esfinge, ahora con bastante más irritación que antes-, pues me parece que no puedo hacer nada al respecto. No tengo ningún otro acertijo que plantearte. Nunca había necesitado un acertijo de reserva.
-Basta con que lo alteres un poquito.
-¿Qué quieres decir?
Haz que sea un poquito más realista.
-Hmmm. -La Esifinge se alisó la melena con una zarpa-. De acuerdo -dijo por fin, aunque no parecía muy convencida-. Supongo que podría preguntar qué es lo que camina a cuatro patas...
-Metafóricamente hablando -dijo Teppic.
-A cuatro patas metafóricamente hablando -dijo la Esfinge-, durante unos...
-Creo que hemos quedado de acuerdo que eran unos veinte minutos, ¿no?
-... de acuerdo, perfecto, veinte minutos por la mañana, sobre dos piernas...
-Creo que usar las palabras "por la mañana" es pasarse un poco -dijo Teppic-. Ha pasado muy poco desde la medianoche. Quiero decir que téncicamente es la mañana, de acuerdo, pero en un sentido muy real todavía sigue siendo anoche. ¿Qué opinas?
La Esfinge le contempló con algo muy parecido al pánico. Sus ojos estaban empezando a vidriarse.
-¿Qué opinas tú? -logró preguntar por fin.
-Veamos que tenemos hasta el momento, ¿de acuerdo? Metafóricamente hablando, ¿qué es lo que camina a cuatro patas justo después de la medianoche, sosteniéndose sobre dos piernas durante la mayor parte del día...?
-... siempre que no sufra que no sufra ningún accidente, caro -dijo la Esfinge, impulsada por un deseo francamente patético de demostrar que ella también estaba contribuyendo.
-Sí, muy bien, sostendiñendose sobre dos piernas siempre que no sufra ningún accidente y sigue así hasta por lo menos la hora de la cena, momento en el que camina con tres piernas...
-He conocido a personas que usaban dos bastones -dijo la Esfinge, cada vez más deseosa de ayudar.
-De acuerdo. A ver que te parece esto... Momento en el que sigue caminando sobre dos piernas o con la ayuda de cualquier dispositivo protéstico de su elección.
La Esfinge se lo pensó.
-S-sssí -dijo por fin con mucha seriedad-. Eso parece cubrir todas las eventualidades posibles, ¿no?
-¿Y bien? -preguntó Teppic.
-¿Y bien qué? -replicó la Esfinge.
-Bueno, ¿cuál es la respuesta?
La Esfinge le observó con la expresión entre pétrea e impasible, y acabó enseñándole los colmillos.
-Oh, no -dijo-. No creas que vas a pillarme tan fácilmente, muchacho. ¿Crees que soy estúpida? Eres tú quien debe darme la respuesta.
-Oh, vaya -dijo Teppic.
-Creías que ya habías conseguido hacerme caer en la trampa, ¿eh? -dijo la Esfinge.
-Lo siento.
-Creías que podrías confundirme con toda esa palabrería tuya, ¿verdad?
La Esfinge sonrió.
-Bueno, tenía que intentarlo -dijo Teppic.
-No puedo culparte. Bien, ¿cuál es la respuesta?
Teppic se rascó la nariz.
-No tengo ni idea -dijo-. A menos que... y es un auténtico disparo a ciegas, entiéndelo, amenos que sea... ¿El Hombre?
La Esfinge le contempló en silencio durante unos momentos que parecieron hacerse eternos.
-Oye, no habrás estado por aquí antes, ¿verdad? -dijo por fin.
-No.
-Entonces es que alguien se ha ido de la lengua, ¿eh?
-¿Quién podría haberlo hecho? ¿Existe alguien que haya respondido al acertijo antes? -preguntó Teppic.
-¡No!
-Bueno, ahí lo tienes. No se encontraban en condiciones de hablar, ¿verdad?
Las garras de la Esfinge arañaron una roca.
-Supongo que será mejor que sigas tu camino -gruñó.
-Gracias -dijo Teppic.
-Y... Te agradecería que no hablaras ded esto con nadie, ¿de acuerdo? -añadió la Esfinge con voz gélida-. Podrías estropearle la diversión a los que vengan después de ti.
Teppic subió a una roca y se instaló sobre la grupa de Maldito Bastardo.
-No hace falta que te preocupes por eso -dijo clavando los talones en los flancos del camello para hacerlo avanzar.
Teppic no pudo evitar el darse cuenta de que los labios de la Esfinge se movían en silencio, como si estuviera dando vueltas a algo que no lograba comprender del todo.

Monday, September 18, 2006

Funeral de Resurrección

Bueno. A veces hay que ser fuerte, ¿no? Hay que luchar por tus convicciones.

Corriendo despacio por mares de luz
rebosando lágrimas de fuego azul.
Cantando poemas a un sordo feliz
apreciando otoños un ciego en abril.
No me odies por esto, hazme sonreír
aun me quedan fuerzas para un sinfín
de tristes excusas con las que explicar
que aunque no haya alas se puede volar.

Mira, una tormenta sin color
que hace crecer flores sin olor.
que hace morir a hombres sin dolor
Es un funeral de resurrección.

Dicen que no es tarde, que siempre estarán
todos los caminos que podré tomar.
Y a la vez la arena ha empezado a caer.
Bebé abandonado, abrazado a la vez.
Oculto en las sombras, hilo de coser
cerrando sus labios, sin poder beber.
Pronto será el dia para despertar,
de decirle al mundo la verdad.

(Mira, una tormenta sin color
que hace crecer flores sin olor.
que hace morir a hombres sin dolor
Es un funeral de resurrección)

Ciencia incierta,
barcos de madera.
Cientos de sueños
que pierden sus dueños.
Viajes eternos
por pueblos y reinos.
Jugar a temer
un trozo de tu ser.

(Funeral)
Tempestad, dime adiós.
Cierra bien tus ojos.
(Resurrección)
Claridad. Perdición.
Sangre gris. Corazón.
(Funeral)
Tempestad, dime adiós.
Cierra bien tus ojos.
(Resurrección)
Claridad. Perdición.
Sangre gris. Corazón.



Thursday, September 14, 2006

Que Dios os bendiga, joder

Recordé que tenía cerveza en la nevera, y un poco de felicidad en la cartera, y una voz muy rockera, ya rota por la pena.
Y volví a nacer, y a recordar, y volví a beber y a olvidar.
Y porque, me tengo que equivocar.
Porque me tengo que alejar.
Porque empiezo a ver, que solo me puedo tropezar, que abrir es cerrar y cerrar es caer lo que el abrir no puede comenzar.
La verdad es que no hago nada, la mayor parte delante del televisión, me creo gente buena, por poner cara de pena.
Que Dios bendiga a los hombres de bien, y que Dios bendiga a los hombres de mal, y que Dios venga y lo diga, o no pararé de beber y llorar.
Y atascado como una hormiga frente a una estúpida hoja que cayó de un árbol.
En el fondo, solo soy un pobre chico, pequeño e iluso. Siempre me equivoco. Siempre creo que veo donde no hay nada, a pesar de que todo me dice que no hay nada, sigo insistiendo en que puedo ver algo. Y no hay nada. Nunca hay nada.
Y solo me queda beber y olvidar.
Que Dios os bendiga a todas, queridas mujeres del mundo. Yo ya no puedo hacer más. Que se le va a hacer. Ya todo llegará. Hasta entonces, nos vemos en el bar.
Pues solo me queda beber y llorar.

Monday, September 11, 2006

Kibó

Uf. Que abandonado tengo esto, ¿no? No sé, es lo típico. No suelo escribir a no ser que no tenga nada que decir.
Pero realmente, nunca he tenido nada interesante que decir. Solo hay que ver los post que publico. Todo inutilidades.
Uh oh. A liberarse todo el mundo.
Dejemos que nuestras almas recorran el mundo. Sintamos todo lo sentible.
Bailar. Cantar y bailar.
Fiesta. Es algo que sienta muy bien muy de vez en cuando. Tener una vida de lo más normal (normal=aburrida a su manera) y un dia, liberar el alma. Bailar y sudar. Y caer rendido cuando no puedes más.
Con música, por supuesto. Siempre con música.

Mientras haya aliento,
cantemos al viento
apologías ruinosas
sobre todas las cosas
que pasaron ayer.

Y rompamos el velo
cantemos al cielo
que estamos vivos
que como el rayo vino
fulminemos la existencia.

No olvidemos
que todo bien es pequeño
que toda vida es sueño
y los sueños sueños son.