Thursday, February 10, 2011

AO



Siéntate un segundo, que quiero hablar contigo. Tranquilo, relájate. Respira hondo. Piensa bien en lo que has hecho. ¿Lo ves? Puedes verlo, ¿verdad? ¿Oyes la noche? Llama. No está aquí, está lejos, muy lejos. No es un lugar, no es un momento. No se sostiene al tiempo ni al espacio. Es de noche, las estrellas brillan y los edificios se alzan. La música rompe tus oídos. El corazón se rompe y explota en mil pedazos, se expande y se expande y se expande. Lo puedes ver todo al mismo tiempo.
Las estrellas, los edificios y la música. El viento, el frío y el calor al mismo tiempo. La manga corta. Y la noche.
La música.
Todo el mundo, libre.
La ciudad no duerme.
Y todo el mundo te da igual.
Solo está ella. De pie y esperando.

Y tú eres tan imbécil que no sales a buscarla. No hay noche, no hay estrellas. No hay ciudad, ni hay baile, ni manga corta.

Pero hay música, ¿no? Pues sé que te duele. Pero tarde o temprano tendrás que admitirlo. Tarde o temprano tendrás que admitir que solo la música no será suficiente.

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