Cuando lees un shonen desearías ser una persona hábil en la pelea sin problemas para desenvolverte contra ningún rival, o sencillamente con una gran habilidad extraordinaria para todos. Lees un shojo y desearías ser un tipo atractivo e irresistible y tener a todas las mujeres tras de ti. Lees un harem y desearías ser el pringado que eres, pero que gustes a una/unas chicas precisamente por esa faceta inocente tuya. En esos mangas desearías que tu primer amor se convirtiese en la persona con la que te vas a casar. Pero lees un seinen que te hace querer ser un Casanova con una enorme y larga... lista de conquistas sexuales. O ves una sit-com americana que te hace querer tener una vida estable pero cómica a los 28 años. O ves Bobobo y desearías que tu vida fuera una locura sin ningún sentido. Ves un vídeo de Team Ryouko y desearías ser un maestro de artes marciales especializado en tricks. Lees BECK y desearía conmover multitudes con la música. Ves un vídeo de capoeira y quieres hacer capoeira, o de break-dance y quieres hacer break-dance. O ves fotos de skate y desearías haber empezado a hacer skate de pequeño. Y por último te miras a ti mismo y ves que los años han pasado, y pasarán, y no eres ninguna de esas cosas, ni tampoco has hecho ninguna de esas fantasías. Y lo único que deseas es dejar de sentirte tan tan estúpido.
Pero cuando no leo ninguna de esas cosas, no soy capaz de saber lo que realmente deseo.
Sigo sin saberlo.
P.D: Con todas esas cosas, solo deseo una cosa en común: Tener el pelo tan chulo como lo tienen ellos.
Wednesday, November 19, 2008
Friday, November 07, 2008
Ameno
Ayer tuve un examen de kanjis. No fui los dos últimos dias a clase, por lo que no sabía que se había puesto, pero aun así era bastante intuible que ese dia habría muy seguramente.
Si hubiese querido, habría estudiado algo. No era tan difícil.
Pero hice oidos sordos. Pensaba que si no me lo habían dicho, no tenía por qué saberlo, y si no estudiaba, y suspendía el examen, tendría la conciencia tranquila.
Pero creo que la verdad es demasiado evidente, y podré engañar a todo el mundo. Pero no me puedo engañar.
Me encantaría engañarme más a menudo. Bueno, en realidad lo hago. Más bien, diría que ojalá lo consiguiese más a menudo.
En psicología dicen que siempre sabes la respuesta a cómo resolver un problema. O al menos, cuál es la que más quieres coger.
Y yo solo quería hacer patente que soy estúpido por hacer estas cosas.
Qué fácil es lamentarse en el blog, diréis. Lo es, pero yo no me lamento. Me rio de mí mismo. Eso es todo.
También decir que es muy duro, muy duro, oir como una de las tres únicas canciones que has compuesto, y de la que te sientes tan orgulloso y en la que has volcado tanto trabajo, te vengan y te digan "tio, es igual que una canción Enya. Es exactamente igual, los mismos cambios".
Ahí sí. Ahí sí me lamenté de mí mismo. No debería dejar que me afecten esas críticas. Pero yo lo dejaba. No sé por qué pero lo hice. Echar por tierra tu ilusión en una frase que seguramente iba sin la más mínima maldad. Pero a mí me partió por la mitad.
No sé si alguien es capaz de comprender eso. De cómo algo tan importante para ti se ve rebajado a la mera imitación. No, no me sirve el clásico "es que es muy difícil hacer algo que no se haya hecho ya... muchas canciones se parecen entre sí...". Ese placebo no me sirve.
Esa canción es una hija para mí. Y esa simple me la ha pisoteado y reducido a la mierda. Y si la canción es mierda, yo también.
Sea verdad o no, así me sentí en aquel momento.
Porque es posible que tuviese razón, al fin y al cabo.
joder
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