Monday, January 14, 2008

El espíritu de la escalera


Hace poco comencé a releer mi blog, de arriba a abajo. Y debo confesar que fue una experiencia que no me esperaba.

Lo admito, hay post de los que me siento orgulloso. No por nada, sino que los vuelvo a leer y me siguen gustando tanto o más como cuando los escribí en su momento. Logró rememorar lo que sentí con ellos en el pasado.

Sin embargo, hay otra clase de post que me hacen sentir... mmm, cómo decirlo... como un estúpido. Los leo y pienso "joder. ¿de verdad escribí yo eso?". Sí, lo entiendo, no soy escritor, por lo que mis escritos no tienen por qué ser (de hecho, no suelen ser) buenos, ni de calidad. Pero dioses, de verdad que a veces me pregunto en qué narices estaría pensando.

A decir verdad, con ese sentido puedo estar el resto de la noche... bueno, digamos el resto de mi vida, lamentando cosas que hice en el pasado. Y no me refiero a importantísimas decisiones, o a supertrascendentales acciones. Sino a esa frase que dige o ese gesto que hice. O esa cosa que escribí. Cosas tontas, pero que pienso en como me avergüena pensar que son mías.
Bueno, eso es un poco injusto por mi parte hacia mi persona. Lo hecho hecho está, ¿verad? Se dijo, se hizo, se pensó, se escribió, y ahí se queda.
No voy a borrar el blog por algo así ni nada por el estilo, aunque en el momento en que leo ciertos post me entran ganas de borrarlo todo y olvidarme de una vez.

Claro, que así no se llega a ninguna parte, la verdad.

Os seré sincero: no soy escritor. No sé escribir, ni sé narrar. Nunca he sabido y no creo que me vaya a poner a aprender. Me limito a dar rienda suelta a mi cabeza y a dejar que las manos tecleen un poco, a ver que surge. Y unas veces estoy contento, y otras también pero lo lamento en el futuro.
Tanto en el futuro como en el pasado quedan marcadas ciertas acciones. Y solo ahora en el presente somos conscientes de ellas. Esa podría ser una de las verdades para aplicarle a Blane el Mono, ¿no?
No me importa si a la gente le gusta cómo escribo o no, o lo que escribo siquiera. Pero a veces es frustrante ver que algo que has hecho tú te deja tan insatisfecho. ¿Cuánto tiempo le quedará a este blog? ¿Cuánto tiempo aguantará la joven Mano del Alquimista antes de que me harte de todo?




Lo que pensé realmente, y lo que hace que no me enfade conmigo mismo, es que cuando lei esas cosas que me hacían sentir tan tonto, no me veía identificado. O sí, pero de una manera distinta. Ese no soy yo, pensaba. Ese ERA yo.
Supongo que a eso le llaman algunos crecer. ¿Cuánto voy a cambiar? Me imagino componiendo canciones que dentro de unos años solo serán basura porque, en fin, habrá crecido y todo eso. Y ya nada tendrá sentido o algo así. No lo sé. Pero no sé, me parece que tengo que tener un poco más de fe, de esperanza en mí mismo. Si no puedo confiar en lo que hago yo, entonces ¿qué coño estoy haciendo?
Lo que hago, lo hago. Y me sentiré estúpido por mis acciones pasadas.

Pero también me sentiré orgulloso.

Porque sin ellas no habría llegado hasta donde esté ahora.

De nuestros errores nos formamos. Aprendemos.

Reconocer nuestros errores pasados, y evitar volver a caer en ellos, es, supongo, la mejor manera de evitar que fueran en vano.

Si no me gusta cómo escribía, pues no escribiré más así. Aun me quedan muchos años, espero. Veamos que más soy capaz de hacer.
¿no?

Sunday, January 13, 2008

La Aventura


Amanece

naranja

como la rabia de amar




Que sensación tan extraña.

La música expresa aquello que no se puede decir, y aquello que no puede ser silenciado.

Entre las teclas de un piano me encomiendo, dejándome llevar.

No tengo palabras. No hay nada que pueda decir. No hay nada que deba decir.

bueno, sí: "la vida bajo el mar es mucho mejor que el mundo de allá arriba". Es importante saber eso.





Acepto el desafío.