Mira, nisiquiera sé qué quiero escribir ahora mismo. Solo sé que necesito escribir algo. Necesito soltar lo que pienso.
Verás, ¡llevo toda la semana, posiblemente más, así, y estoy harto! ¿Vale? ¡¡Harto!!
¿De qué? Grandiosa pregunta. No lo sé. Pero aquí estoy, ¿okey? Divagando, sin tener nada claro, con una idea en la cabeza que no se va pero que se niega a tomar forma. Una astilla que me pretende decir a dónde dirigir mi vida pero que nisiquiera sabe en qué cabeza está.
Y esa persona nisiquiera tiene nombre. Y estoy maldiciendo un mundo que todavía no ha hecho nada.
Ahora mismo odio a todos los fumadores. En este momento me da igual pelearme con alguien.
Estoy necesitando a horrores acostarme por el sueño, pero necesito hablar con alguien y no hay nadie con quien pueda hablar ahora mismo. No porque no haya personas, sino porque yo no puedo. No puedo hablar con nadie pero necesito decirle a alguien algo que nisiquiera sé lo que es pero que tengo que decirlo.
Y es que estoy harto de lo que llevo siendo estos días. Una persona inerte que deja pasar las tardes como un robot, embobado delante de la pantalla del portátil sin ser capaz de coger sus apuntes para estudiar, cosa que necesita con urgencia.
Alguien que se ha visto encerrado en su propia estupidez.
O tal vez, como dice Ana, me ha pillado el cuerpo tontón.
Al fin y al cabo, este no es el primer (y seguramente no será el último) post que escribo que habla sobre esto. Parece que es algo que me pilla todos los años.
Y es un coñazo.
Saturday, February 28, 2009
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